SEGUNDA PARTE
Antes de llegar al D.F. solo me conformaba con lo que hacía, en vez de buscar lo extraordinario. De repente, sin darme cuenta me vi sumergida en un círculo vicioso, no me gustaba lo que hacía, no me gustaba en dónde estaba. La universidad fue mucho menos de lo que yo esperaba. Perdí el ejercicio de la capacidad de asombro y sucedieron varias cosas que me hicieron tocar fondo. Entonces supe que no podía seguir ahí. Fue cuando decidí cambiar de aires, salir de mi zona de comfort, despertar, hacer algo.
No se que tiene esa ciudad, (además de contaminación) que te intoxica, te activa y te hinunda con ganas de hacer cosas todo el tiempo. Es una ciudad viva, donde convergen millones de personas distintas, donde eres uno más, donde no te juzgan, donde a veces ni te perciben. Eso era justo lo que yo necesitaba, mi espacio para ser. Y así fui desaprendiendo ciertas cosas, poniendo otras en la balanza y sobre todo recuperando eso que perdí cuando menos me lo imaginaba.
Recuperé mi hábito de lectura con: Beauvoir, Bukowski y Saramago. Además por cada capítulo que leía mi mente se iba abriendo y así fue que entendí cual era la pieza que estaba mal en mi rompecabezas. Hacer las cosas por obligación nunca será tan fascinante como hacerlas por convicción. Podrán decir misa, pero yo no me vuelvo a subir a un bote en el que no quiera remar. A veces tememos tanto a retar a la autoridad y algunas veces tememos tanto retarnos a nosotros mismos, cuando la verdad es que no hay mejor ideal que el de libertad, estar en un barco lleno de gente que rema por convicción en la misma dirección que tú.
Al llegar a Playa del Carmen, me quedó clarísimo. No tiene nada de malo no querer ser un workaholic, una soccer mom o un profesionista. Todo es válido. Una vida modesta y tranquila en la playa. Una vida cosmopolita con fama y lujos. Una familia y un trabajo estable. Sea lo que sea que te construya, que te haga querer ser una mejor persona está bien. Creo que el éxito se mide en parámetros muy variables y nadie es quien para juzgar. Conocí a gente con pensamientos tan diversos allá, que no pude más que asombrarme de nuevo, con todas las posibilidades. Y también me di cuenta de que tiempo atrás yo había estado haciendo todo lo contrario. No estaba construyendo. Aunque yo creía que sí, traía una posición bastante estática y sobre todo una vibra medio negativa. Y de verdad no me daba cuenta de nada de eso. Pero cuando la energía que circula es así, no puedes más que atraer lo mismo. Poco a poco los escudos fueron cediendo y creo que eso esta cambiando.
No me queda más que agradecer a todas y cada una de las personas que formaron parte de este capítulo, me encantaría que supieran todo lo que me llevo de ellos, todo lo que aprendí y que los quiero y extraño como no tienen idea. Les deseo lo mejor siempre, esperando que un buen día los caminos se vuelvan a cruzar.
:D
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Hace 5 años.
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